Tarde decembrina
(Un juguete)
En estos dÃas he estado pensando cómo plasmar estas letras que hoy escribo, de cómo decir lo que se siente al observar a un niño jugando con latas y palos y la manera de como compartÃa esa navidad junto a su familia.
En la época de los 90 cuando apenas tenÃa alrededor de los 6 años de edad, observaba a una familia de bajos recursos, cómo compartÃan ellos esta temporada. Algunos se han referido que diciembre es una temporada para el comercio, mas no de unión familiar, pero en lo personal creo que están equivocados aparte del comercio y todo lo que nos influye yo sà creo en la unión familiar de un diciembre. Esa temporada donde los niños solo quieren jugar como los demás, ese momento donde ellos solo quieren degustar ese postre o ese delicado dulce o anhelado helado que siempre desea un niño. Esa es la mayor ilusión de cualquier niño, no importando su sexo, raza, edad o cÃrculo social.
Todo sucede un 25 de diciembre donde mi familia materna tenÃa la costumbre de pasar la navidad en la rancherÃa de En shohoin en la (alta Guajira). Ese dÃa mi corazón se arrugó de tristeza de ver cómo los niños cerca de nuestra rancherÃa se la ingeniaban para jugar y yo observando desde las vistas más alta que tiene nuestra rancherÃa, en la alta Guajira con un atardecer tan hermoso donde el sol resplandecÃa a la mitad del desierto y sintiendo el zumbido de la brisa nordeste; VeÃa a una niña cómo le quitaba las espinas al cactus para jugar a la cocinita, donde los platos era los cactus sin espinas y su comida era la iguaralla (pitahaya) fruta que brota el cactus, en ese momento donde observas como un niño se imaginaba que estaba manejando un carro con un pote de lata rodándolo con la ayuda de un palo, rechinando sus silbidos haciendo el sonido que este hace y su pantaloncillos rasgados, ese dÃa mi infancia quedó impactada. Era una niña y me preguntaba cómo harÃa para que esto no pasará.
No solamente eran ellos, sino también los que se iban a los posos a buscar agua. Cerca de los posos se creaba charco, (agua acumulada con barro), ese charco para ellos era lo mejor que podÃa existir, porque su imaginación era tan grande que pensaban que este era una piscina, y desde donde yo estaba veÃa como la madre de estos niños colocaba un anafe con carbón para prepararles unas arepas asadas con yajaushi (mazamorra de maÃz) mientras que mi amada abuela tan amable le apartaba un poco de Friche (chivo frito) para que esta familia complementara su cena de navidad.
Es muy Triste ver que a pesar que pasen los años la familia siga igual, los niños sigan jugando de la misma forma; dirÃa que no es mal disfrutar como lo hacen, pero a mi parecer creo que se merecen algo mejor a lo que están acostumbrados a hacer.
Y es cuando tú te preguntas ¿Qué debo hacer para ayudar a estar personas? Y te preguntas en tus adentros ¿Pero si tú no tienes cómo hacerlo? ¿Cómo vas a llegar a ellos? y me dì cuenta, que no es necesario tenerlo todo en el mundo para brindar ayuda, cuando tienes manos, pies y boca para hablar y trabajar por ello.
Por qué digo esto; porque muchas veces pensamos que si no tenemos los millones necesarios para ayudar, no contribuimos con la causa y no es asÃ.
A veces con solo dar algo por más insignificante que te parezca estás contribuyendo con la causa, ayudando a los demás.
Me dì cuenta que el don de servir lo tenÃa en mi sangre, porque mi madre fue una mujer bondadosa y de buen corazón que para ella nadie tenÃa maldad, solo pasaba un trance donde necesitaba apoyo y eso lo he entendido en mi vida. Por eso en cada campaña que realizo con estos niños se me hincha el corazón de alegrÃa y solo quiero que les quede un grato recuerdo en su infancia. Por qué no hay cosas más fea que discrimines a un niño por su edad y por ello no reciba un guiño de amor dentro de un desierto.
Los invito a qué hagamos parte de este gran recuerdo que le quedará marcado en sus vidas; porque acuérdense de lo que dicen los psicólogos, los grande e impactante recuerdos son los que se quedan grabados. Hagamos que le queden recuerdos positivos no negativos en su niñez.
De solo verle esa sonrisa, esa mirada de gracia, me satisface, o esas palabras que un dÃa me dijo una niña ¡¡no nos olvides siempre estaremos aquÃ!!
Me quedo pensado que plasmo… pero se me aguan los ojos y lloró al repetir esa frase.
¡Créanme que esto para ellos es lo mejor!, que lleguemos con un GUIÑO DE AMOR qué alegre sus vidas. Porque un detalle o juguete hace qué exploren en su mente, hacen que sean grandes soñadores, haciendo vivir un sueño inesperado el cual los llevan a seguir alimentando su imaginación y anhelos deseado de su infancia.